
@ rakoo
2025-04-06 18:25:12
Bitcoin ha recorrido un camino fascinante: de ser un experimento cypherpunk nacido en las sombras de la crisis de 2008 a convertirse en un activo que algunos estados, como El Salvador, consideran parte de sus reservas estratégicas, una especie de "oro digital". Hace apenas 15 años, era un código curioso que valía centavos; hoy, hay países apostando su futuro económico a él. Sin embargo, no hace falta haber leído Hijacking Bitcoin para sospechar que hay nubes en el horizonte. Y no, no hablo solo de la volatilidad, ese eterno fantasma que siempre se menciona. Sí, Bitcoin sube y baja como montaña rusa —en 2021 tocó los 69 mil dólares y luego cayó a 16 mil en 2022—, pero si hacemos un zoom out —como dicen los gringos—, la tendencia a largo plazo es al alza, mientras que las monedas fiduciarias, en palabras de Huerta de Soto, no son más que "papelitos coloreados" que tienden a valer cero.
Pero dejemos la poesía de lado y miremos con lupa: ¿qué problemas podrían acechar el futuro de Bitcoin? Aquí van algunos puntos que me dan vueltas en la cabeza.
# 1. Bloques vacíos y el dilema del HODL
En marzo de 2025, se reportó que casi el 20% de los bloques de la blockchain estaban vacíos o con pocas transacciones. Esto encaja con una teoría: Bitcoin dejó de ser la moneda peer-to-peer que soñó Satoshi Nakamoto para transformarse en un depósito de valor. Hoy, la filosofía dominante es "HODL" (sujetar y no soltar), y figuras como Michael Saylor no esconden que les conviene que la gente pierda sus llaves privadas: menos bitcoins en circulación, mayor escasez, precio más alto. Imagina a Saylor frotándose las manos cada vez que alguien olvida su contraseña. Pero si todos acumulan y nadie gasta, ¿qué pasará con los mineros cuando las transacciones escaseen? Sin ellas, sus ingresos dependen de las recompensas por bloque, que algún día desaparecerán. Claro, ahora existen billeteras con opciones de herencia, pero si la idea es holdear hasta la tumba, ¿para qué acumular?
# 2. La red Lightning y el fantasma de los terceros
Para revivir la red, hacen falta más transacciones. Pero cuidado: el tamaño de los bloques es limitado a 1 MB (o un poco más con SegWit). Si el volumen crece demasiado —como en 2017, cuando las tarifas llegaron a 50 dólares por transacción—, la red se congestiona y adiós practicidad. ¿Aumentar el tamaño de los bloques? Ni lo menciones, eso sería darle la razón a los de Bitcoin Cash, un pecado mortal para cualquier bitcoinero Core. La solución, entonces, son las segundas capas como la red Lightning, que promete transacciones rápidas y baratas. El problema es que sigue pareciendo un eterno beta: hay fallos técnicos que no termino de entender (y sospecho que no soy el único). Pero lo que sí entiendo es que, al usarla, mucha gente termina dependiendo de terceros. Y si "no son tus llaves, no es tu dinero", esto choca de frente con la filosofía original de Bitcoin.
# 3. Computación cuántica: ¿el fin de la inviolabilidad?
Pasemos a un terreno más técnico. La computación cuántica podría, en teoría, descifrar las direcciones antiguas de Bitcoin, esas basadas en algoritmos vulnerables como ECDSA. Algunos proponen "quemar" esos bitcoins para proteger la red, pero imagina el golpe a la confianza: ¿qué tan "seguro" es un activo si de pronto desaparecen millones de unidades? Este riesgo no es exclusivo de Bitcoin —afecta a casi todas las criptos—, pero solo un puñado, como QRL o IOTA en sus inicios, usa algoritmos post-cuánticos, y ninguna es mainstream. Un tema que da para pensar.
# 4. Filosofía traicionada: del antisistema al lobby estatal
Bitcoin nació como un grito contra los bancos, los gobiernos y el sistema monetario tras la crisis de 2008. Entonces, ¿por qué vemos a sus principales voceros viajando por el mundo, haciendo lobby para que estados y gigantes como BlackRock lo adopten como reserva de valor? Podría ser solo una contradicción filosófica menor, pero hay más: si Bitcoin es tan libre y transfronterizo, ¿por qué los aranceles de Trump lograron tumbar su precio un 5% en diciembre pasado? Algo no cuadra en el discurso de la independencia absoluta.
# 5. El fin de la minería y la dependencia estatal
A largo plazo, cuando se mine el último bitcoin en 2140 (sí, falta mucho), los mineros dependerán exclusivamente de las tarifas por transacción. Pero si el modelo es "sujetar y no soltar", ¿quién pagará esas tarifas? Ya hemos visto momentos en que minar sale más caro que las ganancias —en 2018, muchos apagaron sus máquinas—, y aunque hasta ahora han sido excepciones, el futuro pinta complicado. Si los costos energéticos no bajan, ¿quién mantendrá la red? ¿Empresas dispuestas a perder dinero por un "bien mayor"? Suena a utopía, salvo que hablemos de empresas estatales. Y aquí volvemos al punto inicial: ¿Bitcoin dependiendo de los estados? ¿Pagando impuestos en dinero fiduciario para subsidiar mineros? ¿No era esto lo que queríamos evitar? El oro, una vez extraído, no necesita mineros para seguir existiendo; Bitcoin, por el contrario, sí.
# 6. El caso argentino: libertarismo con asterisco
Para rematar, esta semana salió la noticia de que el gobierno argentino —sí, el de Milei, abanderado del libertarismo— planea exigir que los residentes declaren sus billeteras de criptoactivos. No niego las reformas positivas de su gestión, como la desregulación económica, pero esto huele a Gran Hermano. ¿Qué tan libertario es un sistema que te vigila mientras predica libertad? Otra contradicción que suma ruido.
Después de ganarme el odio de los maximalistas de Bitcoin (esperaré comentarios tipo: "¡este tipo no entiende nada!"), y quizás de algún fan de Milei, quiero aclarar: no estoy en contra de Bitcoin. Lo que me molesta son las inconsistencias. Odio igual a los políticos que dicen una cosa y hacen otra que a los predicadores de un "antisistema" que termina dependiendo del sistema para sobrevivir. Me hace tanto ruido como esos malacatosos que rayan paredes con la "A" de anarquía mientras piden más Estado.
Dicho esto, no todo está perdido. Si Bitcoin quiere ser ese oro digital y cumplir su promesa libertaria, tal vez necesite ajustes: algoritmos más robustos contra la computación cuántica y algún método para pasar los bitcoins de direcciones antiguas a nuevas de forma transparente (ni idea si es técnicamente posible), una red Lightning que realmente funcione sin intermediarios, o una comunidad que priorice la utilidad sobre el HODL ciego. En resumen, apoyo a Bitcoin siempre que sus defensores sean coherentes. Si es libertad, que no se arrodille ante nadie. ¿Es mucho pedir?